EL RASTRO DEL CARABO
El cárabo, misterioso habitante de los bosques europeos |
En el año 2008, un amigo, guarda
forestal del parque del Foix, revisando una balsa artificial que se había
construido para que los helicópteros bombarderos de incendios pudieran repostar
agua, encontró que esta se había secado porque había perdido impermeabilización.
La verdad es que aquella balsa nunca había cumplido con su cometido porque
quien decidió su ubicación se equivocó y la construyeron en el fondo de un
barranco, lugar de carga muy peligroso incluso sin haber un fuego forestal de
por medio.
El caso es que, dado lo
tremendamente seco que es el paisaje, repararla y naturalizarla era una buena
idea. Según podíamos rastrear, los tejones se bañaban con deleite pues las
huellas de sus deslizamientos en la tela impermeable negra que recubría la balsa
contaban las zambullidas al más puro estilo de la nutria por parte de estos
mustélidos. Y muchas especies más acudían a beber, además de ser un excelente
punto de agua para los anfibios de la zona.
Aquel día, Pedro Torres, el
guarda me avisó de que, en el fondo de la balsa, en la que se acababa de
evaporar el último charco, quedaba barrillo. Había huellas de ardilla e incluso
un cráneo de estos roedores, seguramente perteneciente a una desafortunada
ardilla que se había ahogado allí. Y también había encontrado un rastro
espectacular, absolutamente nuevo para nosotros. Debía de pertenecer a una
rapaz nocturna de mediano tamaño por la disposición zigodáctila de sus dedos
(en forma de K).
Las huellas de esta especie muestran las imponentes armas del cárabo para la caza de pequeños vertebrados |
Debatimos, como corresponde a
cualquiera que pretenda ser rastreador, sobre cuál de las dos especies
sospechosas podía ser la autora de aquel rastro. Lechuza común o cárabo. En las
pocas guías medio fiables que hablaban de huellas de aves no distinguían las
de una especie de la otra (aún faltaba mucho para la edición de la estupenda
guía de Luisa Abenza). Así que, agarrándonos a otros factores, como el hábitat,
presencia histórica, etc. acabamos apostando por el cárabo.
Esta especie empezaba a dejar
notar entonces su expansión por zonas de la P. I. no ocupadas anteriormente y
no estaba citado en la zona, hasta donde yo sé. Escuchas posteriores lo confirmaron
en forma de su ulular inconfundible.
Después de aquel primer rastro he
vuelto a encontrar huellas de cárabo. En caminos forestales al borde de charcos
a los que esta estrigiforme acude a beber y bañarse y también en el polvo de una pista
entre viñas, en el que encontré todo un paseo de cárabo.
Un paseo por entre viñedos |
Este bonito búho de ojos azabache
ha sido compañero habitual de alguno de nuestros viajes de naturaleza. Lo hemos
encontrado asomado como un pequeño señor feudal en su castillo, en la ventana
de una caseta de vigilancia abandonada en medio del maravilloso humedal del delta del Danubio. También les ha puesto esa nota salvaje y misteriosa a las noches de Doñana cantando a coro entre los pinos del coto.
Es hermoso comprobar que esta
extraordinaria y necesaria especie cada vez se encuentra más extendido por
cualquier tipo de bosque que pueda visitar un naturalista.
Texto y fotos: José Carlos de la Fuente
Bonito relato, sólo me asoma una duda,¿ la tela impermeable negra no les impide salir a alguna especie y es trampa mortal?
ResponderEliminarPues efectivamente no pueden salir. Para evitarlo se ponen elementos que les sirvan de escala y que no interfieran en la carga de los helicópteros. Mallas, escaleras de madera y cosas así. Es un tema que hemos trabajado mucho porque los ahogamientos eran frecuentes. Gracias Josefina. Un abrazo.
EliminarOtra clase magistral, Jose Carlos.
ResponderEliminarComplicado encontrarlas creo yo, pero merece la pena buscarlas porque son curiosísimas.
Un abrazo!
Gracias Justo. Aunque no son la principal manera de localizarlos, ayudan cuando las encuentras. Y son muy bonitas! Un abrazo!!
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