HA MUERTO ATROPELLADO UN LINCE EN DOÑANA, HA MUERTO ESENCIA
Vídeo póstumo de Esencia con su pareja Alcornoque, ninguno de los dos ya pueden ser vistos en las dehesas de Doñana
“Ha sido padre de muchas camadas concebidas con las hembras de Torneros.
Pero llegamos también, al momento en el que perdemos el
rastro del protagonista de nuestra historia.
Su reinado se apaga. Un macho nacido en esa misma población ha vuelto a
aparecer por su territorio. Es más pequeño pero terriblemente feroz y cada vez
es más osado. Ha llegado incluso a matar a los cachorros que el viejo lince
engendró con una de las hembras residentes. La vieja fiera ha escapado por poco
de las feroces acometidas del joven usurpador, no con pocas heridas. Finalmente
durante el celo, nuestro lince es expulsado de
la tierra prometida de Torneros. Comienza su dispersión senil.
Malvive con algún pequeño golpe en gallineros de la zona,
hasta que va a dar con sus viejos huesos al entorno de la carretera que
atraviesa la Dehesa de Abajo. Allí, en una zona agrícola y abierta, aún puede
capturar algún conejillo en las abundantes conejeras de las cunetas.
Una noche de ese mismo invierno, mientras el viejo tigre
marismeño camina por el asfalto, dos
curvas más allá, las luces de un coche se aproximan a toda velocidad. “
Así acababa un
artículo que coescribimos Manuel Sosa y yo ahora hace un año. En aquel texto se
explicaba la vida de un lince nacido en el Coto del Rey que se convertía en el
macho dominante de la población lincera Doñana-Aljarafe. Este lince imaginario
nutría su biografía con pedazos de la vida de muchos ejemplares que conocíamos.
Observaciones propias, en nuestros años de interés por la especie;
comunicaciones de otros naturalistas; notas de prensa… Quisimos contar la historia de un lince ideal
de la población de Torneros y nos dimos cuenta que habíamos escrito la historia
de Esencia, el macho que revitalizó esa población.
La verdad es
nuestro protagonista, excepto algunos detalles, encajaba sorprendentemente casi
episodio por episodio con lo que se conocía de Esencia. Tampoco coincidía el
final que imaginamos para él puesto que su movimiento hacia la Dehesa de Abajo
tuvo más que ver con la muerte de Alcornoque, una de las hembras con las que se
emparejó durante su reinado, que con una rivalidad con otro macho. En la zona
que dominó quedaban dos hembras jóvenes, actuales reproductoras, que eran hijas
suyas. El viejo lince no se sentía estimulado para aparearse con hembras de tan
cercano parentesco y bajó a cortejar a Focha, la hembra de la Dehesa.
Y allí estaba
cuando acabamos de escribir la historia de su trasunto. Esencia estaba vivo y
cazaba conejos en los peligrosos márgenes de la carretera.
En estos días,
nuestro lince real ha muerto atropellado una noche en la pista asfaltada que
discurre entre el espacio natural de la
Dehesa de Abajo y los arrozales. Nuestro texto fue tristemente premonitorio.
Y a pesar de lo que se pueda pensar, no es difícil profetizar de qué modo
morirá un lince ibérico en alguna de sus poblaciones.
En su vertiginosa
caída hacia la extinción durante la segunda parte del siglo XX, los linces
desaparecieron de unos territorios que se han transformado en su ausencia.
Pistas de tierra asfaltadas, caminos que han acabado siendo carreteras
transitadas por vehículos cuyo número no deja de aumentar exponencialmente.
Líneas de ferrocarril de alta velocidad. Autopistas.
Hemos fragmentado
sus territorios ancestrales y una vez que los hemos podido reproducir en
cautividad, el gran reto para salvar a la especie es que los hábitats donde han
de vivir no sean islas coronadas por millones de vehículos circulando a toda
velocidad, sobre todo ante una especie que ha resultado ser tan vulnerable a
los atropellos.
Esencia en una de nuestras últimas capturas de cámara trampa
Esos son los
hábitats, en el mejor de los casos, que han encontrado nuestros felinos más
grandes al retornar a ellos. Poco que ver con las marismas y serranías en las
que evolucionó la especie, transformados a un ritmo para el que no han tenido
tiempo de adaptarse.
En algunos casos se
deben acometer obras costosas para construir pasos y otras medidas preventivas,
pero en otros como en el caso de la pista de la Dehesa de Abajo una medida tan
sencilla como desbrozar los márgenes periódicamente minimizaría sin duda la
preocupante cantidad de atropellos de lince que se producen allí. Sólo es
cuestión de verdadera voluntad por parte de las administraciones públicas
competentes (en este caso la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y el
Ayuntamiento de la Puebla del Río). Ya van unos cuantos atropellos allí.
Si conseguimos
superar el problema de los atropellos de linces en toda su área de distribución
se pueden mejorar mucho los logros alcanzados por el programa de recuperación
de la especie. Y no será mala cosa empezar por actuaciones sencillas que eviten
pérdidas irreparables.
Ojalá el trágico y
absurdo final de Esencia, el viejo tigre marismeño, sirva para algo más que para llorarlo.
En los próximos meses volvemos a la zona para hacer un taller sobre el mundo del lince, si te quieres apuntar solicÍtanos la información.
TEXTO Y FOTOS
JOSÉ CARLOS DE LA FUENTE
MANUEL SOSA
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