LA COVA DELS CAVALLS. ARTE RUPESTRE LEVANTINO



                                  El Barranco de la Valltorta con vistas al abrigo de la Cova dels Cavalls

Salimos de nuevo con esas escapadas que nos lleva a descubrir rincones de España, de su biodiversidad y de su naturaleza sin límites y esta vez buscamos refugiso de nuestros ancestros en el Levante Mediterráneo, en Castellón..

Si obvias la valla metálica que se ha tenido que colocar para evitar el vandalismo, bajar al abrigo que vuela sobre el barranco seco por la grieta entre la roca tiene un efecto de paso entre dos mundos. Un geólogo nos dirá que aquella abertura es una diaclasa, pero para ti, en ese momento es sin duda un túnel por el que viajas en el tiempo. Ellos, los pobladores mesolíticos de las montañas de Castellón bajaban por allí mismo al lugar que vamos a visitar y donde nos dejaron pistas de cómo era su mente.
La espectacular grieta por la que se accede a la cueva

Por el camino que lleva a la cueva, en una de las grietas en la caliza hay una letrina de gineta. Llegamos a la pared sobre una pasarela metálica y nuestro guía nos explica lo que el expolio absurdo ha dejado de una maravillosa escena representada con ocre en la roca. Se trata de un arte narrativo en el que los artistas, hombres o mujeres, cuentan un relato de caza. Un rebaño de ciervos, quizá otoñal pues aparecen agrupados como en la berrea, un macho de gran cornamenta, numerosas hembras y algún recental, huyen acosados por arqueros que los empujan barranco abajo hacia una emboscada.

                      El espectacular conjunto principal replicado tal y como se descubrió

Nos sentimos enormemente privilegiados por tener a veinte cm de los ojos el producto de la imaginación de aquellas gentes misteriosas. Seguramente no lo pretendieron pero cuentan una historia a un público que vive 60 siglos después. Aun así, no es posible dejar de pensar que hay en esas manchas de ocre en la roca el mismo afán de perdurar que quien escribió al lado “Antonia. 14 de agosto 1936” Grupos de humanos que poblaron las tierras mediterráneas, más amables después de la retirada de los hielos glaciares. Aún integrados en los ecosistemas como depredadores, aquellos humanos recorrían ya el camino de no retorno hacia el Neolítico. 

De vuelta, circulamos a última hora de la tarde por una carretera nacional que atraviesa esta región montañosa. En un tramo que discurre por un puerto, se están haciendo grandes obras públicas, construyendo puentes que salven los barrancos. Los trabajadores aún no han acabado su jornada y nos sorprende observar a una cabra montesa en un talud levantado por las obras a poca distancia de ellos. Observar a las mismas cabras que pintaron y cazaron aquellos estilizados arqueros tocados con plumas en estos mismos barrancos resulta esperanzador, pues a pesar del tremendo poder transformador de nuestra especie, la vida salvaje aún sigue ahí. 

Estas pinturas como otras muchas del Levante español, han sido reconocidas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

JOSÉ CARLOS DE LA FUENTE


Pintura original que representa una cierva herida por las flechas de los arqueros que la acosan

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