RASTREANDO LINCES

“Salado” es el bicho más lacio de todo Doñana- me dijo Antonio Lancho una mañana de septiembre mientras recorríamos la Raya Real a su paso por el Coto del Rey, rastreando a un joven macho de lince ibérico. El rastro del “gato” hacía evidente que Salado era “más perro que la chaqueta de un guarda” No llegaba a andar cincuenta metros por la arena sin que encontrásemos el sitio donde se había dejado caer. “Como no van a estar canijos aquí los linces con lo lacios que son, quillo. No como esos tigres que hay en Andújar, todo el día montaña arriba montaña abajo”. 

“Salado” desapareció en el año 2008 en el transcurso de una cacería de descaste de zorro, conocida en la zona como “zorrería”. Sólo se pudo encontrar su collar transmisor manipulado. En 2010, se encontró un lince muerto en la Dehesa de Abajo que se pensó que podía ser "Salado". No sé si al final se pudo confirmar. Recientemente, otros dos jóvenes linces han muerto en el asfalto. Entre ellos el carismático Platero, que ha sido atropellado precisamente en la Dehesa de Abajo. Mismos animales y mismas amenazas, y aunque es cierto que se ha conseguido aumentar la población de esta especie a números que hacen albergar esperanzas, es necesario luchar por eliminar las causas no naturales por las que nuestros linces mueren. 

El furtivismo, que de tanto en tanto nos indigna con casos de gatos tiroteados, parece ser residual, pero las carreteras se cobran absurdamente cada año decenas de linces. En ocasiones pienso que si a estas alturas, después del brutal esfuerzo de gente que se deja la piel por la conservación del lince ibérico y de la ingente cantidad de millones de euros empleados, si no somos capaces de contener el dedo en el gatillo o reducir la velocidad cuando atravesamos un paso de linces, sólo es cuestión de tiempo revertirla a especie en peligro de extinción.
Recorrer los maravillosos espacios de Doñana y rastrear y observar al lince es uno de los privilegios de los que amamos la fauna ibérica. En estos tiempos en los que las noticias de una pantera fantasmal que se pasea por Granada, muy probablemente una ficción alentada por los medios, atrae la atención de millones de españoles es bastante triste comprobar que la muerte de linces atropellados, nuestros verdaderos “grandes” felinos salvajes, pasa bastante más desapercibida para la opinión pública.

José Carlos de la Fuente

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