BIRDWATCHING: EL ÚLTIMO ESFUERZO PARA VOLVER A CASA


Desde la zona más alta del Macizo del Garraf se puede divisar el mar cercano. Basta una mirada orientada al sur para divisarlo. Parece que de un simple salto se pueda llegar a alcanzar. Desde el Pla de les Basses el trasiego de aves que se dirigen hacia allá se hace constante.

Multitud de halcones abejeros, aguiluchos laguneros, cernícalos y varias especies más de rapaces vuelan tratando de superar los desniveles de la montaña, aprovechando las corrientes térmicas generadas en el amplio descampado del antiguo vertedero del Garraf. El lugar puede parecer inhóspito, más si cabe cuando el paisaje que lo rodea es un duro lapiaz calcáreo, intercalado de maquia mediterránea y escasos rodales de raquíticos pinos carrascos, que alcanza las cimas más altas del Rascler y la Morella, a 597 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, la importancia del lugar para la fauna es crucial.

En una estación de anillamiento podemos constatar detalles de la vida de multitud de aves pequeñas, cuyo devenir suele pasar desapercibido, sobre todo en una época otoñal de discreción y prisas. Protegidos del sol hemos establecido nuestra base junto al Coll de les Basses un grupo de naturalistas dispuestos a conocer mejor el fenómeno de la migración de las aves. Una jornada como la de hoy, en la que ha habido interesantes capturas para el anillamiento científico, como una pareja de reyezuelos listados que nos han permitido ilustrar la diferencia en el tono de la cresta entre machos y hembras, más anaranjada en ellos y más amarillenta en ellas. Currucas capirotadas y petirrojos, cuyo viaje no se alargará mucho más allá de la Península o como mucho hasta el norte africano. Bisbitas arbóreos y papamoscas cerrojillos, que alcanzarán las latitudes ecuatoriales para pasar el invierno. Todos ellos con sus reservas energéticas a pleno rendimiento.

Este es el inicio del gran salto para muchos de ellos, los que han nacido este año y siguen a sus progenitores, más experimentados en este viaje. Un salto que se inicia aquí, en las cimas de Garraf, última tierra firme, quizás, que tocarán antes de alcanzar el otro extremo del Mar Mediterráneo. Toca poner a punto el plumaje, nuevo tras la muda, un último baño en agua dulce, un último bocado. Rumbo al sur, cada especie a su manera. Hemos aprendido pequeños detalles de esta parte de la vida secreta de las aves. Cuando se mira al mar desde el Pla de les Basses le queda a uno una sensación de desasosiego.

Los vemos alejarse, quizás regresen el próximo año.

RAFAEL GONZALEZ DE LUCAS

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